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Corresponsal en Valencia

Un respeto al mar…

Carol Díaz Tapia -opinión-

Desde que el calor abriera la temporada de playa en el litoral levantino, dieciocho personas han perdido la vida en el mar. Una trágica cifra que nos empuja a reflexionar sobre las causas de estas muertes. Y es que en la mayor parte de los casos las víctimas habían sobrepasado la línea del peligro. El mar no avisa.  

Los socorristas tienen un arduo trabajo por delante. Las imprudencias de los bañistas no les permiten bajar la guardia. De las dieciocho muertes, dos se produjeron este mismo mes en playas de la provincia de Valencia. El domingo, 15 de julio, en la playa de El Puig, un hombre de 40 años perdía la vida en sus aguas. El mismo día, otro hombre de nacionalidad polaca fallecía en el hospital de Sagunto tras ser rescatado aún con vida. En la playa del puerto de Sagunto ondeaba la bandera roja.  

Si bien es cierto que cada día que pasa nos encontramos inmersos en un magma más espeso de prohibiciones, considero viable la posibilidad de que las personas imprudentes que hagan caso omiso a las recomendaciones de los socorristas puedan ser sancionadas. Y la razón es muy sencilla. Con su imprudencia no sólo pone en peligro su propia vida sino la de aquellas personas que tienen que ir a rescatarla. Las banderas rojas no se ponen porque sí. No aguan la fiesta a nadie. Sólo a las personas que deciden asumir el riesgo de enfrentarse a las tramposas olas del mar.  

Sí. Apoyo, con prudencia, la posibilidad de sancionar a los bañistas imprudentes, no considero que una multa económica vaya a solucionar el problema. Quizá una solución fuera que las personas sancionadas asistieran a un cursillo donde se les informara del peligro de estas acciones e incluso, de paso, aprendieran las nociones básicas de los primeros auxilios… En fin, el caso es tomar conciencia de la situación. El respeto a nosotros mismos, a los que nos rodean, es vital en nuestra sociedad. El respeto al mar es básico para nuestra supervivencia.  

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